Hijo de Narcís Viader Escayola y Eulalia Font Rigol nació en Sant Sadurní, el 16 de mayo de 1912. Se licenció en Farmacia en julio de 1934, a los 22 años, y se colegió con el número 1361. Este mismo año adquirió la farmacia Orriols, situada en el Passeig de Gràcia número 59 (esquina Valencia), de Barcelona, que luego vendió a Martí Lledó en el año 1945.
Durante el periodo de la guerra civil, Narcís trabajó en el laboratorio de la Clínica del doctor Agustí Pedro Pons como farmacéutico analista, y de 1937 a 1938 en el laboratori del Hospital Militar de Terrassa.
Una falsa denuncia realizada por el Servei d’Investigació Militar (SIM) le obligó a esconderse hasta que decidió escapar a Francia, en fecha 9 de marzo de 1938. A los pocos días, regresó a la zona nacionalista y, por orden del 21 de abril de 1938, fue nombrado tercer farmacéutico y seguidamente fue destinado al Quadre Eventual dels Serveis de Farmàcia de l’Exèrcit del Nord. El día 31 de diciembre ascendió a segundo farmacéutico y el 17 de febrero de 1939 pasó a disposición del Cap de Serveis de Farmàcia de Catalunya. Durante este periodo se crearon, por idea suya, algunos laboratorios de campaña que funcionaron con notable éxito.
Finalizada la guerra civil, una petición de cinco toneladas de Acetanilida (la materia básica para fabricar sulfamidas) a su farmacia, desencadenó su interés y el de su cuñado Josep Oriol Guixà, también farmacéutico. Se trataba de investigar y realizar la fabricación de productos intermedios para obtener las sulfamidas. Era el verano de 1939, precisamente en el momento en que se declaraba la segunda guerra mundial y que todo hacía prever una etapa más o menos larga de autarquía derivada de la dictadura del general F. Franco.
De hecho, el motivo de la petición era para iniciar en el laboratorio de Antoni Esteve Subirana (fundado en 1929), una novedosa medicación quimioterápica, cuando éste ya había introducido en los años 30, el Neo-Spirol, contratipo del Salvarsan (1909) de Ehrlich que se puede decir habían sido los primeros quimioterápicos propuestos para combatir las infecciones luéticas. Hubo después, otros interesados. La Sociedad General de Farmacia y muy especialmente DIF del laboratorio Dr. Andreu, dirigido entonces por los farmacéuticos Amargós y Brosa, compañeros suyos de la facultad, que con gran entusiasmo se dedicaron intensamente a la producción de la amplia gama de sulfamidas, durante 20 años.
La nueva quimioterapia bacteriostática, era de gran eficacia dando solución a muchas enfermedades infecciosas, ya que frenaba la reproducción bacteriana al impedir la necesaria síntesis del ácido fólico que sintetizan las propias bacterias. Casualmente, Oriol Guixà había podido experimentar con estos medicamentos, como farmacéutico de la Farmacia Militar del Hospital del Salvador, en Zaragoza, donde estaba destinado todavía, al finalizar la guerra civil. El medicamento utilizado con mucho éxito, era el Prontosyl, de Bayer, dado a conocer en 1934 por el patológo-bacteriólogo alemán Gerhard Domagk (premio Nobel de medicina y fisiología en 1939) y facilitado por el ejército alemán a las fuerzas nacionalistas. El Prontosyl era un colorante azoico rojo vivo que respondía a la idea de Ehrlich que los colorantes actuaban sobre los microbios. Pero estudiando el Prontosyl en el Instituto Pasteur de París, por Fourneau y sus colaboradores, vieron que no era el colorante lo que mataba los microbios sino la parte blanca de la molécula, concretamente, la sulfamida. Dado que este hecho era conocido por Oriol y Narcís, la fabricación catalana empezó obteniendo directamente la sulfamida.
Todo esto ocurría cuando siendo jóvenes de 27 años estaban presionados por el largo estancamiento de tres años de guerra, y tenían naturalmente mucha ilusión para emprender con mucho coraje iniciativas relacionadas con la propia vocación químico-biológica que fueran de utilidad. Así se inició la carrera de obstáculos, imprevistos por su inexperiencia empresarial e industrial en unos tiempos en que no había de nada. Los “Cupos” de materias primas que dicho sea de paso eran de muy mala calidad, la falta de materiales ordinarios y especiales, la dificultad de suministros energéticos de carbón, gas y electricidad, la necesidad de obtener licencias de fabricación, la aprobación de los precios de tasa y un largo etc.
Fundaron la empresa Industrias Químicas Viader y Guixà, en Barcelona, en la calle Montcada número 21, bajos. Era un local interior con graves problemas de ventilación, que había sido una fábrica de conservas. En aquel entonces había allí el almacén de la droguería y el Laboratorio General de Farmacia P. Borrell, propiedad de la familia Vidal-Ribas. Este laboratorio estaba dirigido por otro farmacéutico, compañero de carrera y buen amigo, Ricardo Vidal-Ribas Zaragoza, analista clínico muy reconocido.
Los tres, fueron un trío de peones de investigación farmacéutica, con claras y definidas vocaciones respecto de las ciencias naturales, la física y la química. En este laboratorio, utilizando frascos de vidrio de 5 L, cristalizadores y estufas de sus instalaciones iniciaron la producción de acetanilida durante los tres primeros meses, mientras preparaban y les autorizaban una instalación industrial más amplia.
Obtenían la acetanilida a partir del aceite de anilina. Llegaron a fabricar 3000 kg al mes. Unos años más tarde, produjeron también Tiourea necesaria para fabricar el Tiazol una sulfamida tiazólica más activa y menos tóxica que se acabó imponiendo. El 1943, Narcís tuvo que dejar la fábrica debido a una intoxicación hepática que sufrió por la manipulación del aceite de anilina.
En el Arxiu Viader se encuentra la memoria con la firma manuscrita de los dos fundadores, sobre el proceso de fabricación de la Acetanilida, escrito a máquina con fecha de diciembre de 1943.
El interés de Narcís por la producción industrial lo llevó a una nueva iniciativa empresarial el 1940, esta vez, con su hermano Antoni, también farmacéutico. Se trataba de la fabricación y comercialización de uno de los primeros cosméticos farmacéuticos de la historia, de utilidad para antes y después del afeitado, denominado Myrapol. Fue el día 9 de junio de 1943, cuando su padre, Narcís Viader Escayola solicitó el Registro de la Propiedad Industrial de la marca. El 15 de junio de aquel mismo año Joan Viladot Cardona, farmacéutico, solicitó al Servicio Nacional de Sanidad la apertura de un laboratorio para preparar especialidades propiedad de Narcís Viader Escayola.
El Myrapol se fabricó en el laboratorio Viladot, en Barcelona, hasta el 27 de junio de 1944, día en que obtuvo la autorización de funcionamiento expedida por la Delegación de Industria de Barcelona para la nueva fábrica de Sant Sadurní. Al inicio, la producción del producto era de unos cincuenta frascos diarios. El frasco se diseñó expresamente para el Myrapol y se patentó en fecha de 23 de mayo de 1945.
En 1942 obtuvo el título de Inspector Farmacéutico Municipal y en 1956 el de Diplomado en Sanidad.
Como analista clínico, ocupó la plaza del ambulatorio de la Seguridad Social de Vilafranca del Penedès desde el primero de julio de 1953 hasta el 3 de junio de 1955. Después lo fue del ambulatorio Anoia, en Martorell, durante el período 2 de mayo de 1977 hasta el 4 de abril de 1981. No obstante, a partir de 1978 la poliartritis reumatoide lo invalidó para a trabajar y fui yo, quien ocupó la plaza por baja del titular.
El 1959 entró a formar parte de la Junta del Col.legi de Farmacèutics de Basrcelona en calidad de vocal de Inspectores Farmacéuticos Municipales o Farmacéuticos Titulares (IFM), siendo presidente, Josep Maymó Figueras. Hasta julio de 1962. Repitió en el cargo en 1965 bajo la presidencia de Ignasi Carol, hasta mayo de 1967. Cabe remarcar que el período de 1959 a 1961 se caracterizó por las secuelas sociopolíticas profesionales consecuencia de la postguerra ya que todavía perduraban las diferencias y se reflejaban con rencor, odio, intemperancia e incluso, cierta violencia.
Hombre muy culto y siempre atento a su entorno, reaccionó ante una catalanización del topónimo de Sant Sadurní que le parecía absurda tanto desde el punto de vista histórico como lingüístico. De este modo, en 1979 publicó el libro Sant Sadurní de Noya? Toponímia. Contribució al seu estudi. Basado en estudios propios iniciados en el año 1974, este libro refleja el afecto a su tierra y demuestra que los aspectos humanísticos también se encuentran en el ámbito científico.
Fue una persona ampliamente reconocida por sus méritos profesionales y por su buenhacer y seriedad. Por este motivo, en reconocimiento y gratitud a su dedicación al colectivo farmacéutico, el día 10 de abril de 1981 los farmacéuticos titulares de Catalunya le rindieron un homenaje que se materializó en la sala de plenos del ayuntamiento de Sant Sadurní d’Anoia. En este acto, se le hizo entrega de la medalla de bronce del Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos de España y también el diploma de Colegiado Distinguido del Col·legi Oficial de Farmacèutics de la provincia de Barcelona. Asistieron al acto numerosas personalidades, entre ellos, Ernesto Marco Cañizares, presidente del Consejo General de Colegios de Farmacéuticos de España, Dr. Ricardo Granados, decano de la Facultad de farmacia de Barcelona, Francesc Borrell, presidente del Col.legi de Farmacèutics, presidente de la Reial Acadèmia de Farmàcia de Barcelona, Dr. Ramón San Martín Casamada, Carles Querol, alcalde de Sant Sadurní y otros. El Dr. Ramón Jordi González pronunció el discurso de homenaje.